Su vida era de lo más normal, su rutina se basaba en despertarse tras el sonido del despertador, tomar una taza de café con dos azucarillos y trabajar durante once largas horas para volver a casa y estar con los suyos. Su trabajo de albañil le tiñió de blanco sus manos hace ya mucho tiempo, sus horas subido en un andamio le dieron grandes anécdotas y, sus ratos libres con el resto de obreros, le hicieron pensar que debía cambiar.
Le gusta que le llamen Tono y tiene una historia que es digna de cualquier argumento de película, no obstante, él prefiere estar siempre detrás, desde el anonimato. El giro radical de su vida comenzó por el cansancio del día a día, agotado de horas y horas de obras, jefes o andamios, Tono empezó a darle vueltas a una idea que tenía hace tiempo, una idea que más tarde fructificaría en un negocio. Sin embargo, necesitaba un empujón y éste no tardó en llegar.
Era un día como otro cualquiera, Tono tenía que acudir un día más a una obra en la que llebaba trabajando cerca de seis meses. Tocaba la altura más alta, el último piso, cuando una mala sujeción de sus arnés unido al fuerte viento que hacía cambió la vida de Tono por completo en tan sólo dos minutos...
Lo siguiente que recuerda es la habitación del hospital en la que vivió durante cuatro largos meses. Las múltiples facturas y la larga recuperación catalogaron a un diagnóstico (casi sin esperanza) de milagro.
La caída, la recuperación y la imposibilidad de seguir su oficio de obrero, obligó a Tono a cambiar de forma radical su día a día. Es aquí cuando comienza una nueva etapa en la que la superación es su meta diaria y es en este momento cuando Tono decide emprender su carrera como empresario.
Apasionado de las motos, los coches y todo vehículo que pise el asfalto, Tono busco un local y emprendió un negocio que, aunque comenzó con escasos recursos económicos, lo convirtió en millonario. Empezó alquilando coches a pequeñas empresas para el traslado de personas y, en unos cuatro años, su pequeña empresa se convirtió en una de las mayores empresas de alquiler de coches de lujo.
Su antiguo piso de ochenta metros cuadrados en el que vivía con su esposa, su hijo y su perro es hoy una mansión de novecientos metros cuadrados, le trasladan en un Porsche con una cifra imposible de pronunciar y su avión privado le lleva a sus empresas de medio mundo. Tan sólo un apunte más: Tono ve su día a día desde una silla de ruedas.
Era un día como otro cualquiera, Tono tenía que acudir un día más a una obra en la que llebaba trabajando cerca de seis meses. Tocaba la altura más alta, el último piso, cuando una mala sujeción de sus arnés unido al fuerte viento que hacía cambió la vida de Tono por completo en tan sólo dos minutos...
Lo siguiente que recuerda es la habitación del hospital en la que vivió durante cuatro largos meses. Las múltiples facturas y la larga recuperación catalogaron a un diagnóstico (casi sin esperanza) de milagro.
La caída, la recuperación y la imposibilidad de seguir su oficio de obrero, obligó a Tono a cambiar de forma radical su día a día. Es aquí cuando comienza una nueva etapa en la que la superación es su meta diaria y es en este momento cuando Tono decide emprender su carrera como empresario.
Apasionado de las motos, los coches y todo vehículo que pise el asfalto, Tono busco un local y emprendió un negocio que, aunque comenzó con escasos recursos económicos, lo convirtió en millonario. Empezó alquilando coches a pequeñas empresas para el traslado de personas y, en unos cuatro años, su pequeña empresa se convirtió en una de las mayores empresas de alquiler de coches de lujo.
Su antiguo piso de ochenta metros cuadrados en el que vivía con su esposa, su hijo y su perro es hoy una mansión de novecientos metros cuadrados, le trasladan en un Porsche con una cifra imposible de pronunciar y su avión privado le lleva a sus empresas de medio mundo. Tan sólo un apunte más: Tono ve su día a día desde una silla de ruedas.
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